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La guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo, Estados Unidos y China podría inmiscuir a la tercera economía más grande del mundo, Japón. La economía japonesa depende demasiado de sus exportaciones así como la economía china. Sin embargo, Japón depende mucho más de sus exportaciones, debido a que el país nipón funciona como una gran fábrica flotante donde por un lado entran las materias primas del exterior y por otro lado salen los productos manufacturados.

De hecho, la correlación que tiene el yen japonés con el Nikkei se debe precisamente a que el índice está compuesto en su mayoría de empresas multinacionales que dependen de la venta de sus productos en el exterior. Cuando el yen sube, los productos japoneses se encarecen en el extranjero y eso presiona al índice de Nikkei a la baja. Lo contrario sucede cuando el yen pierde terreno, aumentando la demanda por los productos japoneses.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China está empezando a tener efectos negativos sobre la economía japonesa debido a que ambos países son los principales socios comerciales de Japón. Las exportaciones de maquinaria japonesa para la producción de microprocesadores a China han bajado considerablemente. La reducción de las exportaciones de dicha maquinaria contribuyó a que las exportaciones japonesas en general cayeran por quinto mes consecutivo en abril.

Sin embargo, el superávit comercial que tiene Japón con Estados Unidos ha aumentado ya que las exportaciones de coches a Norteamérica se han acelerado por segundo mes consecutivo. El aumento del superávit comercial con Estados Unidos pone a Japón en el punto de mira de Trump, quien inició la guerra comercial con China precisamente por el superávit que tiene China con Estados Unidos.

La industria automotriz japonesa bajo posible presión
Es posible que Estados Unidos decida aumentar los aranceles a las importaciones de coches japoneses, así como lo ha intentado hacer con los coches europeos. Incluso el mismo Donald Trump ha dicho que algunos de los coches importados y piezas de repuesto podrían representar un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos, algo que ha enfurecido a los fabricantes de coches en el extranjero.
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