Discurso de la Embajadora Silvia Alfaro Espinosa por Fiestas Patrias en Bolivia

Agradezco la presencia de ustedes en esta celebración de un aniversario nacional. El Perú nace como país hace menos de 200 años, como casi todas las naciones de América Latina. Somos conscientes de la larga noche colonial que tuvimos que pasar hasta la independencia, proceso que, con otras formas y objetivos, continúa hasta hoy.
El concepto de libertad con el que nació la república debe estar acompañado del de igualdad, que es la gran carencia de hoy día en América Latina. No somos la región más pobre del planeta pero sí la más desigual. No basta la libertad para el progreso de los pueblos; necesitamos y es preciso reducir la brecha de la desigualdad.
La libertad se construye día a día. Con el fortalecimiento de la ciudadanía tenemos el reto de reconstruir el estado y volverlo más moderno y eficiente; que garantice los servicios al ciudadano tanto en las ciudades como en las zonas de frontera y del campo; un estado que ocupe todo el territorio nacional. Ese es uno de los grandes retos de los países latinoamericanos.
La convivencia de los peruanos se basa en conceptos fundamentales, como son: la democracia, entendida en sus dos principales componentes -libertad e igualdad de derechos de hombres y mujeres, en el plano político, y equidad social y desarrollo sustentable en el plano económico-; el respeto a los derechos humanos; la apertura a los intercambios con el mundo; el apego al derecho en los planos nacional e internacional, entre otros.
El desarrollo es parte de la agenda peruana entendiendo que no existe desarrollo sin inclusión social; es decir, el desarrollo exige el pleno acceso de todas las peruanas y peruanos a las condiciones indispensables para llevar adelante una vida digna. Igualmente, el desarrollo debe incluir indefectiblemente la dimensión ambiental.
El Perú ha construido un marco macroeconómico sólido que le permite hoy día trabajar el nuevo rostro nacional. A pesar del contexto económico internacional todavía incierto, el Perú lleva 60 meses de crecimiento sostenido, y continuará siendo la economía de mayor crecimiento y menor inflación de la región.
Ahora estamos en la etapa de construir la política microeconómica, la que va directamente al ciudadano, a través de la estrategia “Incluir para Crecer”. Mediante ella, se aspira a que una mayor población participe en el mercado y contribuya a la economía nacional.
El gobierno ha creado programas sociales de segunda generación, tanto de asistencia directa como de desarrollo productivo, así como programas de acompañamiento a la familia, a la mujer y a los hijos, en todo el ciclo biológico, con énfasis en las familias vulnerables.
Además de esto, el gobierno ha hecho inversiones considerables y sin precedentes en infraestructuras. Sin embargo, falta aún por trabajar. La brecha de la pobreza, así como de la extrema es alta, aunque menor que el promedio latinoamericano. Se ha reducido la pobreza extrema a 4.7% y la pobreza a 19.2%; hace diez años estábamos en más del 50%.
Se hace esfuerzos importantes en materia de transformación de la matriz primaria exportadora a través del Plan Nacional de Desarrollo Industrial, el cual tiende a la diversificación productiva con el fin de reducir la dependencia de los recursos naturales mineros e hidrocarburíferos.
Tenemos un problema serio de déficit en la educación y tecnología, para lo cual se está invirtiendo una parte sustancial del presupuesto nacional y se ha creado un exitoso sistema nacional de becas.
Para el Perú, la proyección de la cultura e identidad nacionales en el exterior lo acercan al mundo: Agradecemos a todos las naciones que apoyaron la reciente designación como Patrimonio de la Humanidad del Qapac Ñan o Gran Camino Inca, que el Perú comparte con Bolivia, Argentina, Colombia, Chile y Ecuador.
La integración regional es una política de estado que descansa en sólidos fundamentos históricos y geográficos. Por su ubicación en el mapa sudamericano, sus dimensiones andina y amazónica, y por el enorme legado histórico que posee, el Perú tiene una sincera vocación integracionista.
Este rol se expresa en nuestros días en una activa participación en los procesos de integración y los mecanismos de coordinación y consultas políticas regionales dentro de los cuales el Perú promueve entendimientos dirigidos a construir consensos, con respeto a la diversidad y a las distintas estrategias y visiones de desarrollo.

En ese sentido, corresponde completar la necesaria reingeniería de la Comunidad Andina, y continuar promoviendo una visión sudamericana despojada de sesgos ideológicos dentro del marco de UNASUR que nos permita avanzar en los temas que convocan al consenso, como el desarrollo de la infraestructura para la integración y la lucha contra los delitos transnacionales. De manera paralela, el Perú ha continuado fortaleciendo iniciativas como la Alianza del Pacífico, idea gestada en nuestro país y que ha devenido en una de las experiencias de integración más audaces y exitosas emprendidas en las últimas décadas.
Las relaciones con los países vecinos son prioritarias y en esa línea se enmarcan nuestros esfuerzos para fortalecer permanentemente los vínculos de cooperación, dialogo político y confianza con todos ellos. Con Bolivia queremos replicar experiencias exitosas, como la de los Gabinetes Binacionales que tenemos con otros países vecinos, y profundizar nuestros programas de integración y de desarrollo conjunto en las zonas fronterizas.
Promovemos también una nueva calidad en la relación con nuestros socios tradicionales, tanto como países como bloques, con los cuales aspiramos a fortalecer una relación asociativa de mayor horizontalidad. La consolidación de nuestra presencia en la región del Asia-Pacifico, la zona de mayor dinamismo económico mundial, sigue siendo un objetivo de atención prioritaria.
Trabajamos para afianzar nuestra integración en los mercados globales y la apertura de nuevos espacios de comercio, la captación de mayores inversiones y tecnologías que sigan estimulando la dinámica de crecimiento, la innovación y la generación de nuevos y mejores empleos productivos que beneficien y fortalezcan las indispensables políticas inclusión que lleva adelante el país.
Nos aguardan enormes retos en el corto y mediano plazos, derivados de la confianza que la comunidad internacional ha depositado en el Perú para que sea sede y lidere los debates de una serie de eventos de alcance global, como la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 20) en diciembre próximo, la Junta de Gobernadores del Banco Mundial y del FMI en el 2015, la Cumbre de Líderes de APEC que por segunda vez se realizará en el Perú, y la Conferencia General de UNCTAD en el 2016.
El Perú, como país megadiverso y a la vez altamente vulnerable al cambio climático, ha asumido con responsabilidad hacia la comunidad internacional la tarea de promover un compromiso global y jurídicamente vinculante que limite las emisiones de efecto invernadero, y pondremos nuestro mayor empeño hacia ese fin en el marco del próxima Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Cambio Climático (COP 20) que tendrá lugar en Lima a fin de este año. Creemos que América Latina puede dar una posición consensuada, un planteamiento a la comunidad internacional para mitigar el daño que se está causando a través del calentamiento global.
Perú y Bolivia siempre estuvieron unidos y lo seguirán estando porque es lo ´natural’ desde el punto de vista histórico, cultural, económico y humano, aspectos que siguen su propia dinámica a pesar de las eventuales diferencias de visión. Tenemos muchos asuntos pendientes y de urgente necesidad de atención.
Nuestra extensa frontera de 1,047 kms de altiplano y amazonia, y particularmente el lago Titicaca, como espacio de importante desarrollo humano es el eje alrededor del que se articula una relación permanente de cooperación. Debemos diseñar estrategias en materia de preservación del espacio binacional e implementar políticas que aspiren al desarrollo de la vida en armonía con el medioambiente, de cuidado y respeto por la madre tierra y sus recursos.
Perú y Bolivia tienen una variada y permanente agenda bilateral, la que debe seguirse sustentando en la necesidad de llevar adelante políticas conjuntas, decididas, firmes y constantes de lucha contra la delincuencia transfronteriza que afecta a ambos países (contrabando, narcotráfico, minería ilegal, contaminación, trata de personas), cuyos efectos impactan en la gobernabilidad, los derechos y el desarrollo social de nuestras poblaciones.
Las inversiones de capitales peruanos continúan fluyendo a Bolivia, y su tendencia al incremento dependerá de la seguridad jurídica que se les brinde a futuro.
Perú y Bolivia deben interconectarse más estrechamente a través de carreteras y ferrovías, y apostamos por una mayor utilización de los puertos peruanos como salida de los productos bolivianos a los mercados del mundo.
Debemos apoyar decididamente la corriente cada vez más creciente y valiosa de comercio bilateral. Para ello, es fundamental atender seria y de manera integral el problema del contrabando.
Ambas cancillerías estamos trabajando sin descanso en la preparación de la agenda amplia y de contenido importante de lo que deberá ser el próximo encuentro de nuestros presidentes. Nuestras poblaciones reclaman de manera urgente una actuación directa al más alto nivel sobre los principales problemas que nos preocupan.

Bolivia forma parte de mi historia personal en muchos aspectos.
Pronto cumpliré tres años y medio en Bolivia. A pocos meses de mi partida definitiva, quiero expresar mi agradecimiento a las autoridades bolivianas por el fluido diálogo con el que hemos tratado permanentemente los asuntos bilaterales. Creo sinceramente que nuestra realidad común y nuestras poblaciones merecen que continuemos trabajando con el mayor ahínco y la mejor dedicación.
Me permito reiterar mi pedido de continuar tratando a mis compatriotas que viven en Bolivia como si fueran bolivianos, sin discriminación. La colectividad peruana en Bolivia es esencialmente un grupo humano trabajador y honesto, que nunca debe ser confundido con los malos ciudadanos que –cualquiera fuera su nacionalidad- cometen delitos.
En ese sentido, deseo hacer llegar mi saludo fraterno a los medios de comunicación porque durante mi gestión han colaborado decididamente en esa tarea humana fundamental.
Enrique, Blas y yo vivimos felices, y agradecidos en La Paz; rodeados por amigos queridos y entrañables. No nos despedimos todavía, pero esta es una estupenda oportunidad para agradecer una vez más tan generosa amistad y cariño que nos regalan a diario.
Permítanme, finalmente, agradecer con la mayor sinceridad a mis colaboradores de la embajada porque sin ellos difícilmente podríamos haber alcanzado durante estos años tantos logros, pequeños y grandes. Parte de ellos los hemos visto en el recuento que hemos apreciado en las pantallas esta noche.
Queridos compatriotas, queridos amigos bolivianos y extranjeros. Brindo porque la humanidad encuentre formas pacíficas para resolver sus diferencias; porque las mujeres tengan un trato no menos favorable que los hombres; porque nuestros pueblos se expresen libremente y vivan un clima de oportunidades igualitarias; porque Bolivia y el Perú sigan siendo un binomio fraterno y solidario; y porque, finalmente, continuemos juntos recorriendo nuestro majestuoso Qapaq Ñam.