Las emociones generadas en el cerebro se reflejan en el corazón a través del sistema límbico. Este sistema está formado por varias estructuras cerebrales que se encargan de gestionar las respuestas fisiológicas del organismo ante los estímulos emocionales.
Todas las emociones actúan a través de la corteza cerebral y del sistema límbico enviando señales a un centro cardiovascular que tenemos en el tronco encéfalo y, de ahí, se transmiten al corazón. Este órgano puede recibir esas señales de forma beneficiosa o perjudicial. La ira es una emoción tremenda porque puede incrementar la tensión arterial, ya que segrega catecolaminas, sustancias entre las que se encuentra la adrenalina.
El peligro surge si una persona es hipertensa: la adrenalina incrementa aún más los niveles de tensión arterial y eso no es bueno, porque aumenta la frecuencia cardiaca. La descarga de adrenalina en el corazón se produce de forma inmediata, en cuestión de segundos. Sin embargo,el proceso para inhibir esa sustancia no es tan rápido, y el corazón tarda bastante más en volver a la normalidad después de un momento de ira.
* Julián Pérez-Villacastín es director del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y José Ángel Cabrera, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Quirón de Madrid.