China lleva años tratando de internacionalizar el yuan como divisa para el comercio, pero las crecientes presiones para su depreciación han provocado una fuga de capitales que pone a Pekín ante el dilema de contenerla o no, pues hacerlo supondría frenar su carrera.
(José Álvarez Díaz).-Justo cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de incluir al yuan entre sus divisas de referencia, parecen extenderse las dudas sobre qué ocurrirá en 2016 con esa moneda.

Pekín trata de mantenerla estable, pero según la consultora británica Capital Economics, cerca de 140.000 millones de dólares (128.534 millones de euros) salieron del país sólo en diciembre, lo que obligó a China a reaccionar para apuntalar el valor del yuan.

Según datos del Banco Popular de China (central), la reserva de divisas del país sufrió en diciembre pasado la mayor caída mensual registrada en el país (bajó en 107.900 millones de dólares), mientras que en todo 2015 anotó la mayor caída interanual de su historia, al recortarse en unos 510.000 millones de dólares.

Se calcula que, en efecto, el banco central tiene suficientes reservas de moneda extranjera como para seguir comprando yuanes, al ritmo de diciembre, al menos hasta mediados de 2018, pero parece probable que China tendrá que tomar otra decisión mucho antes de que eso ocurra.

Una de las preguntas clave en lo que está ocurriendo no parece tener una respuesta clara: ¿quién es el responsable de esta rápida fuga de capital de los últimos meses? Esa salida se profundizado desde agosto, cuando Pekín devaluó casi un 2 % el yuan respecto del dólar, en su mayor revisión a la baja en dos décadas.

Los inversores también se preguntan si esta salida se debe más a empresas chinas o extranjeras, o incluso si puede atribuirse a los particulares, y aunque por ahora no hay respuestas claras, coinciden en que lo que ha cambiado es la percepción de lo que se puede esperar del yuan. (+Negocios.com)