

Elegida varias ocasiones como la mujer más bella del mundo, Ava Lavinia Gardner nació en Carolina del Norte y murió en Londres, a los 68 años. Según el sitio web IMDB, sus primeras 17 películas nacieron de un contrato que firmó con MGM que solo la buscaba por su exuberante belleza, cabello castaño y ojos verdes. Eran los llamados “roles de una sola línea”, es decir, el personaje que interpretaba solo decía una frase a lo largo de la película.
(EFE).- Hay actrices cuya mirada no se acaba nunca. Ava Gardner, que este 24 de diciembre hubiera cumplido cien años, es una de ellas. Murió en Londres, a los 67 años, a causa de una neumonía, pero su vida, tan corta como apasionante, ha dejado huella por donde quiera que posó sus increíbles (y salvajes) ojos.
No en vano, a la americana le apodaron en Hollywood «el animal más bello del mundo», un mote que a Lavinia (su nombre real) no le hacía ninguna gracia. Pero sus exuberantes papeles, de «Mogambo» (1953), donde coincidió con su gran amiga Grace Kelly, a «La noche de la iguana» (1964), con Deborah Kerr -ambas mucho más sensuales que sexuales, como le pasaba a ella-, la dejaban siempre con un pie en el lado más salvaje y erótico de las películas.
Pero siempre arropada por galanes «macho alfa» como Clark Gable o Richard Burton, Gregory Peck («Las nieves del Kilimanjaro») o a pares, como el tándem Humphrey Bogart y Edmond O’Brien en la apasionante «La condesa descalza» (1954), donde la actriz se convertía en María Vargas, una exótica bailarina que Joseph L. Mankiewicz presentaba como la «Spanish gypsy» (gitana española).

Este papel recuerda los propios orígenes humildes de la actriz, descubierta por casualidad por un cazatalentos en una foto en el escaparate de la tienda de su cuñado, tras una infancia de dificultades que le dejaron un acento que tuvo que ser cuidadosamente pulido.
Con 19 años, recién llegada a Hollywood, se casó con el «niño eterno», Mickey Rooney, del que se divorció al año siguiente; en ese tiempo, Ava trabaja sin parar, de hecho, rueda ocho filmes y se hace verdaderamente famosa: empieza su carrera de ‘mujer fatal’. En 1945 se casa con el clarinetista Artie Saw, de quien se separa a los trece meses, y por fin, en 1951, con Frank Sinatra.
Estuvo casi catorce años en Madrid, al principio alojada en los mejores hoteles de la ciudad, pero pronto se compró un lujoso chalet de un barrio residencial. (Foto /Agencias DCO)